Hace miles de años, los Mayas, Aztecas e Incas, creían que el aguacate era un afrodisíaco, y las princesas las comían como parte de su ritual de fertilidad para aumentar su atractivo sexual. Con sus curvas, su semilla larga y color carne, y su consistencia cremosa, el aguacate representaba la unión íntima del hombre y la mujer en aquellas milenarias culturas.
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